
Había una mujer joven indígena que se casó con un joven indígena también. Una noche soñó la joven que era atravesada con espinas. Cuando despertó, supo que las espinas eran una fiebre alta que devoraba la vida a su marido. La fiebre fue tan fuerte que a los pocos días murió. La infortunada no tenía apoyo alguno en este mundo y sólo pensaba en morir para ir junto a su esposo al otro lado del mar. Para lograrlo, la viuda no comía ni dormía y todas las noches iba a un sitio más lejos de casa cada vez que salía a llorar y llamando siempre a su marido. Una noche casi se desmaya de tanto llamarlo, que terminó dormida; cuando se despertó, se encontró en los brazos de su marido, él le preguntó por qué tanto le llamaba, ella le dijo que no podía vivir sin él y que se la llevara. Prometió que la noche siguiente se volverían a encontrar, porque ahora ella no tenía los insumos necesarios para el viaje, que estaba muy lejos donde él estaba. Le encargo que vaya a la casa y a la noche siguiente trajera ropa que abrigara.
A la noche siguiente ella acudió y como no venia su marido, se quedó dormida esperando. Cuando ella despertó su marido ya había llegado. Le pasó seis panes y le hizo comer antes de subir a un caballo. La tomó en ancas y dijo que la marcha debía ser en silencio. A poco tiempo, ella se quedó dormida y cuando despertó, se encontraban en las orillas de un mar, y ataron al caballo. Había una canoa, el dijo que antes de embarcarse tenía que comer otro pan de nuevo. A la mitad del trayecto dijo que comiera otro pan, luego se quedó dormida. Cuando despertó, estaban en la otra orilla. Vieron fogatas y mucha gente se calentándose y bebiendo. Desembarcaron y ella reconoció a familiares que habían muerto hace muchos años. Ellos vinieron a saludarla, ella se sentó. Todo el mundo bebía, cantaba y lloraba.
Ella se quedó dormida y cuando despertó, ya era un día claro y no vio a nadie, sólo unos pocos carbones humeantes y que enceguecían la vista. Comenzó a llorar al verse sola, en poco tiempo se volvió a quedar dormida. Cuando despertó ya era de noche y todo el mundo estaba bebiendo como antes. Luego vino su marido y ella llorando le preguntó por qué la había dejado, le dijo que no podía ver la luz del día y que los carbones eran todas las personas que veía en la noche. Le aconsejó que regresara a su tierra, porque donde estaban sufrían mucho, ella aceptó y se fueron a la orilla del mar. Antes de emprender el viaje de vuelta le dijo que tenía que comer otro pan, luego se embarcaron. La mujer se quedó dormida. Se despertó y ya habían llegado a este lado del mar y desembarcaron.
El hombre le dijo que se siente en un palo que estaba allí hasta el amanecer. Se despidió y se fue. La mujer se quedó dormida una última vez. Cuando se despertó, estaba en el cementerio, y el palo donde ella estaba sentada, era el mismo que usaron para cubrir la tumba de su marido. Comenzó a gritar y como el cementerio estaba cerca de donde ella vivía, su madre llegó y todos los que vivían en la casa, porque no se atrevía a moverse del miedo. Fue llevada a la casa, le calentaron los pies y se fue a la cama. Por la tarde, cuando pasó el shock, contó lo que había sucedido y luego seis días después murió.
No es de extrañar que en las creencias Mapuche a pesar de la llegada del cristianismo sus raíces sean muy fuertes y los relatos orales como este nos sorprendan por el parecido con otros relatos en todo el mundo.
Las imágenes mostradas aquí fueron encontradas en la red, tienen sus propios autores y dueños y solo se han puesto como guía del tema que estamos tratando.
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