jueves, 24 de noviembre de 2011

Manitu, leyenda Chippewa / Ojibwa

"Por supuesto que puedo cazar un reno" Ojibwa había dicho, en respuesta a las críticas de su abuelo, que lo consideraban demasiado joven e inexperto. Sin embargo, después de pasar tres días solo en el bosque, la tarea no parecía tan simple.

El primer día, Ojibwa encontrado una pista de un reno y lo siguió de cerca, pero la puesta de sol llego antes de que pudiera llegar al reno.
 En el segundo día Ojibwa sorprendió bebiendo a otro reno en un arroyo, sacó su arco, se acercó al arroyo y piso sin darse cuenta algunas ramas secas que crujieron asustando a su presa.
El tercer día, Ojibwa localizó a un grupo de renos detrás de unas rocas, pero cuando empezó a acercarse escuchó el gruñido de un oso y se subió a un árbol temiendo por su seguridad. Por supuesto, cuando bajo del árbol los renos habían ya no estaban en su escondite.
La noche del tercer día, Ojibwa se encontraba en un claro del bosque pensando en sus fracasos y considerando la posibilidad de regresar al campamento, cuando de repente escucho un zumbido y vio un resplandor extraño.
Después del zumbido se escuchó una voz:
- Soy Kitchi Manitu, no tengas miedo ", dijo la voz.
- Oh, Kitchi Manitu! Necesito tu ayuda.
- Para volver al campamento con el rabo entre las piernas no necesitan la ayuda de Kitchi Manitu.
- Estoy decidido a intentar una vez más, pero no cómo.
- El primer día fallaste ya que te falto rapidez, el segundo día fallaste ya que te falto sigilo y el tercer día... bueno, acepta que el tercer día no fuiste más que un cobarde. Lo que necesitas de manitu, es que sientas que la fuerza crezca dentro de ti. Para esto debes internarte en el bosque de abedules, pasarás dos días con sus noches sentado en la piedra más plana que encuentres en ese bosque. Pondrás  tu vista y tu atención solo en los troncos de los árboles, en ninguna otra cosa más. Al final del segundo día llegara tu animal protector y te mostrará un camino.
Ojibwa siguió atentamente las instrucciones, se mantuvo atento y silencioso por dos días con sus noches. Al final del segundo día, como lo había anunciado Kitchi Manitu, salió un animal, un castor de ojos bien grandes. El castor se anunció golpeando su gruesa cola contra el suelo, pero cuando se dio cuenta de que Ojibwa lo había visto echó a correr. En ese momento Ojibwa recordó su primer fracaso que fue falta de rapidez, así que empezó a correr detrás del castor.
Después de un rato, el castor pasó a pocos metros de un oso gigante que distraídamente arañaba la corteza de un árbol de abeto. Ojibwa recordó que su tercer fracaso fue que sucumbió al miedo, y corrió tras el castor, ignorando la presencia del oso.
Por último, el castor entró en la zona más densa de la selva y se detuvo en seco, dando paso a paso una marcha lenta. Ojibwa recordó que su segundo fracaso había sido la falta de sigilo, y caminó en silencio tan suavemente que sus mocasines no hacían ruido. Así se fueron acercando a un reno que masticaba la hierba y sacaba de vez en cuando la lengua.
Ojibwa apuntó su arco y flecha listo para cazar al reno cuando el este desapareció.
No hay escapó, no se movió; simplemente desapareció. En el lugar donde había estado el reno... apareció Kitchi Manitu en un resplandor.
"Ya has aprendido suficiente por ahora", dijo el Gran Espíritu. No hay duda de que en un día cercano, serás un buen cazador. Ahora regresa al campamento y dile a tu abuelo que tenía razón, que aun te falta mucha experiencia. Si lo haces, agregaras a todo lo que has aprendido una lección de humildad.


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