miércoles, 14 de mayo de 2014

Nada por sentado – leyenda antigua China

Esta es una leyenda antigua China, que en una muestra de máxima sabiduría nos enseña que no hay que dar nada por sentado, pues solo es solo un eslabón, un momento en el tiempo, veamos de que se trata.



Hace mucho tiempo vivía un campesino chino de condición muy humilde pero bendecido con una gran sabiduría que el paso del tiempo y el trabajo duro se encargó de forjar su espíritu y esperaba que parte de su conocimiento fuese reflejado en su hijo.

Un día llega el hijo muy alborotado y le dice: “¡¡ Padre, ha ocurrido una desgracia!!”, “¡¡nuestro caballo se escapó y se ha perdido en el bosque!!”.

El padre lo observo tranquilo y le dijo: “¿Por qué lo llamas desgracia?”. “Veamos que nos trae el tiempo.”

Unos días después sin que nada ocurriera regreso el caballo pero esta vez acompañado de una espléndida yegua salvaje.

El hijo sorprendido y lleno de alegría exclamo: “¡¡ Padre mira que suerte, nuestro caballo volvió acompañado de esta hermosa yegua!!”.

“¿Porque llamas a esto suerte?”, le dijo el padre, siempre calmado “Veamos que nos dice el tiempo”.

Unos días después el hijo creyendo que la nueva yegua salvaje ya estaba acostumbrada a su presencia intento montarla, pero esta se encabrito y lo arrojó al suelo con tal fuerza que el muchacho se quebró la pierna.

“¡¡¡Padreeee!!!”, “¡¡que desgracia!!” - comenzó a gritar lastimosamente “¡¡¡Me he quebrado mi pierna!!!”, el padre asistiendo rápidamente a su hijo mal herido lo consoló y mientras lo curaba, siempre envuelto en su experiencia y sabiduría le dijo: “Porque lo llamas desgracia hijo mío”. “Veamos que nos trae el tiempo”.

El muchacho esta vez no pudo estar de acuerdo con el padre y pensaba que su filosofía y experiencia esta vez no podía disculpar esta gran desgracia y lleno de dolor gimoteaba en su cama, sin embargo algunos días después de este accidente pasaron por la aldea unos enviados del rey buscando jóvenes, pues la guerra había comenzado en las fronteras. Luego pasaron por la casa del anciano pero al ver a un viejo campesino y a un joven con la pierna rota y entablillada, no encontraron ningún interés ahí siguiendo de largo.

El joven al final entendió como veía su padre las situaciones de la vida y comprendió su pensamiento, “nunca hay que dar nada por sentado”, solo darle tiempo al tiempo para ver si realmente es bueno o malo alguna situación.


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