
Sin embargo, a medida que la civilización ha avanzado
ocupando territorios que antes pertenecían a la naturaleza junto a sus ocultos
misterios, al parecer el paso del tiempo no ha mellado estas leyendas, como una
prueba les paso a continuación una historia que me ha brindado un familiar el
cual ocurrió en su residencia en la selva hace muchos años y que había quedado
hasta hace unos días oculto en las sombras de su memoria.
La hermana de su abuela conto hace años sobre tesoros que habían
sido enterrados hace mucho tiempo, gente extranjera que atesoraba monedas
acuñadas en países lejanos y que sea por avaricia o cuidado extremo enterraba
su dinero para mantenerlo a salvo de la gente amiga de lo ajeno o incluso de
familiares interesados en su fortuna. Para mala suerte del dueño este fallecía
sin decir donde había enterrado su fortuna y puede que parte de su alma celosa
de su tesoro se quedara cuidándolo como un perro negro.
Pero también dijo que existía una historia que le paso a un
familiar de ella cuando en su propiedad el cuñado de su hermana encontró un depósito
de monedas en un cofre, pero su esposa recordando un aviso que le dijo su padre
sobre este hallazgo y que era bien sabido en ese tiempo le advirtió del
peligro.
El padre de la esposa le dijo que el diablo o maligno
atesoraba estos tesoros enterrados en este territorio y que cuando alguno era
encontrado era una especie de apuesta sobre si era para ti o no, es decir
cuando lo desenterrabas si era para ti podías llevártelo, si no lo era entonces
el agujero donde lo sacabas se hacía más grande, el tesoro más pesado y al
final caías en el agujero que resultaba ser una especie de silo o pozo subterráneo
profundo que terminaba por enterrarte a ti y al tesoro, sin posibilidad de ser
encontrado por la consistencia del terreno.
El marido no quiso hacer caso al imaginar según el tamaño
del cofre la cantidad de monedas que estaba ante sus ojos, desenterró el cofre
y al momento que ya lo estaba levantando, el suelo comenzó a hundirse como si
hubieran sacado un tapón en el fondo y al estar el piso inestable comenzó a
vencerle el peso de las monedas, con mucho pesar y para no ser arrastrado soltó
el cofre y se agarró a donde pudo saliendo del hoyo que se iba hundiendo
mirando con mucha pena como el cofre se perdía entre la tierra ante sus ojos,
agrandando el agujero. A pesar de buscarlo posteriormente desenterrando todo
con un mejor equipo se dieron cuenta que la consistencia del terreno podía haber
estado hundiendo el peso del cofre muy en lo profundo y que sería imposible en
ese momento poder llegar hasta donde haya llegado.
Los años pasaron, la propiedad y sus historias también cambiaron
de mano al igual que de versiones, todo quedo en el recuerdo de quienes lo
vivieron, sin embargo no sería la última vez que en la familia este caso ocurriría.
Nuestra familia con el paso del tiempo se mudó a una casa la
cual alquilaron y cuando la abuela era una joven entrando a la adolescencia
junto a sus hermanas conto un caso que le ocurrió en la propiedad que estaban
alquilando algunos años después de estar viviendo ahí.
Es así que una de sus hermanas estaba en el patio cercado
jugando cuando se dio cuenta de un hecho que se mostraba, la coloración de la
tierra del patio en una parte era diferente, era una especie de mancha redonda
ligeramente más oscura que el resto de la tierra. Ya habían vivido ahí ya
varios años y este hecho nunca le había llamado la atención.
Pero una vez haciendo un pequeño agujero en esa mancha vio
un nicho de monedas donde se reflejo un brillo que provenía por la exposición al
sol, sorprendida llamo a sus hermanas que constataron el hallazgo sin embargo
su padre se acercó y volvió a cubrir el agujero diciendo “eso no es de ustedes,
dejen eso ahí”. Al llegar la cena, la familia se reunió y los hijos comenzaron un
sinfín de razones por la que deberían desenterrar las monedas, pero el padre ya
sabía sobre estas leyendas y les dijo “si ese tesoro nos pertenece debemos
esperar a que de alguna manera lo sepamos, pues si no lo es, algunos de
nosotros podrá morir tratando de desenterrarlo y no pienso correr el riesgo”.
Pasaron los años, a pesar que algunas de las hermanas
mayores habían sacado unas monedas a escondidas del padre para luego cambiarlo
por dinero de la época, no llegaron a desenterrar el tesoro mudándose
posteriormente, todos obedecían al padre y escuchaban sus consejos. En un tiempo
después personas nuevas adquirieron el lugar y luego una inmensa construcción se
alzó en ese terreno, el padre solo pudo decir que esas personas si estaban
destinadas a tener ese tesoro y no morir en el intento de obtenerlo.
Estas historias se han contado y ha pasado a varias personas
que han vivido en las ciudades en crecimiento de la selva peruana, llegando
ahora a ustedes, espero les haya gustado el relato, seguiremos buscando más
historias para ustedes.
Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red,
tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía
del tema que se está tratando.
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