viernes, 20 de febrero de 2015

Los niños de los ojos negros - BEK

Esta es una leyenda urbana que a ciencia cierta no se sabe desde cuándo puede estar pasando en las ciudades pero que desde 1998 el periodista estadounidense Brian Bethel contó su experiencia con los niños de ojos negros o BEK (black eyes kids) como es conocido entre los que investigan este fenómeno, aquí contamos en una versión resumida y en primera persona lo que le paso:


“Era de noche, recordé que adeudaba la cuota mensual de Internet y para evitar un indeseado corte, decidí ir al centro comercial donde la empresa tenía un buzón para pagos fuera del horario comercial. Al lado de la antigua sede de Camalott Communications, en Abilene, se hallaba un cine, que en ese momento proyecta Mortal Kombat, así que estacioné frente a la marquesina para aprovechar la luz y escribir el cheque, cuando de repente alguien golpeó la ventana del acompañante.

Volteé la cabeza y vi que había dos niños observándome. Era difícil determinar su edad exacta, pero tendrían entre 10 y 14 años. Pensé que me iban a pedir unas monedas e inesperadamente sentí pánico. (…) Fue algo indescriptible que nació desde lo más interno y primitivo de mí ser.

El chico más alto sonrió y eso me heló aún más la sangre. Sabía que algo no estaba bien, pero no sabía qué era. Por inercia bajé el cristal y pregunté qué necesitaban. Él chico sonrió aún más y pude ver que sus dientes era muy, muy blancos.

‘Hola, señor, tenemos un problema’, respondió, mientras el otro chico permanecía mirándome fijo, en silencio. La voz era la de un joven, pero su dicción era calma, tal vez muy aplomada para su edad. Sentí ganas de irme, pero no puede evitar seguir oyéndolo. ‘Verá, mi amigo y yo queríamos ver la película, pero olvidamos nuestro dinero’, continuó. ‘Necesitamos ir a nuestra casa por él. ¿Nos llevaría?’



‘…Uh, bueno…’, fue lo mejor que pude decir. Aquí es donde la historia se vuelve más rara porque su compañero silencioso lo miró con una mezcla de confusión y culpa en el rostro. Parecía algo sorprendido porque no abrí la puerta de inmediato. El hablante me miró algo perturbado, como si supiera que estaba buscándoles algo raro. ‘Vamos, señor…’, dijo de nuevo, suave como la seda.

‘(…) ¿Qué película quieren ver?’ pregunté finalmente. ‘Mortal Kombat, por supuesto’, contestó. ‘Claro’, respondí y miré rápidamente la marquesina y el reloj en mi auto. La película había empezado una hora atrás y era la última función de la noche. Me interrumpió y dijo: ‘Vamos, señor… déjenos entrar. No podemos entrar hasta que nos deje (…). Solo déjenos entrar y nos iremos antes de que lo sepa. Iremos a la casa de nuestra madre’.

Me di cuenta de que mi mano estaba en la manija de la puerta, casi por abrirla, cuando la retiré de manera violenta por algo, por algo que me obligó a no mirar a los niños. Y cuando los miré nuevamente, cuando mi mente volvió en sí, vi por primera vez sus ojos. Eran negros como el carbón. Sin pupila. Sin iris. Sólo dos orbes negros que reflejaban la luz roja y blanca de la marquesina.

El joven silencioso tenía una expresión de horror que parecía indicar dos cosas: ocurrió lo imposible y se dio cuenta. El mayor aparentó furia y reiteró: ‘Vamos, señor. No lo lastimaremos. Tiene que dejarnos entrar. No tenemos armas…’. Esto me asustó a más no poder. Con ese tono prácticamente estaba diciéndome ´No necesitamos un arma’. Elevó la voz y con palabras que mezclaban enojo y pánico dijo por última vez: ‘¡No podemos entrar si no nos… da… permiso!’. Ya tenía la mano sobre la palanca de cambio y arranqué en reversa a toda velocidad. Cuando volteé para verlos bien. Habían desaparecido.

Esta es la versión resumida que Bethel contó sobre su experiencia, nunca más le paso algo parecido hasta el día de hoy, sin embargo que hubiera pasado si deja entrar a esos niños, según el periodista, estuvo investigando y descubrió que su caso no es el único, al menos solo descubrió lo que le paso a otros que se alejaron de los niños, pero que ay de aquellos quienes accedieron a dejar entrar a su espacio privado.

La investigación apunta a algo paranormal sea fantasmas, demonios o vampiros que no pueden entrar a tu espacio privado a menos que tú los invites o les des permiso, con apariencia de niños entre 10 y 17 años, este caso aun esta sin resolver.

Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red, tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía del tema que estamos tratando.
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