
En una hermosa casa en la calle Monte de Oca del barrio de
Barracas vivía la familia Cambaceres, que a pesar de ser gente opulenta siempre
fueron marcados por los rumores y los chismes del ambiente, la razón de más
peso es porque Eugenio Modesto del Corazón de Jesús Cambaceres de la alta
aristocracia argentina a pesar de ser abogado, graduado de la facultad de
derecho, diputado por la legislatura porteña en 1871 fue muy transgresor para
la época. Uno de los mayores escándalos durante su estadía en el estado fue
cuando presento un proyecto de separación entre la Iglesia y el estado que
conmociono a la sociedad de la época.
Se dedicó a escribir logrando hacer libros que exponía a la
santurrona alta sociedad de la época de fines del siglo XIX y para colmo en uno
de sus viajes a Europa conoce a Luisa Baccichi una artista austriaca con la
cual contrae nupcias y regresa a buenos aires. En ese tiempo las mujeres que se
dedicaban a la danza eran consideradas del mismo nivel que las prostitutas
logrando mover los cimientos de la alta sociedad hasta ser el centro de la
comidilla y los chismes de las fiestas y reuniones.
Es en esos aires donde un 31 de mayo de 1883 nace Rufina,
una niña que fue creciendo en ese ambiente de habladurías retrayéndola, para su
desgracia su padre muere cuando tenía 5 años de edad. Así pasan sus días, entre
la casona de Monte de Oca y el campo en un complejo heredado por su abuelo
llamado “El Quemado”.
Fue creciendo y se convirtió en una adolescente encantadora
heredando en gran medida muchas de las dotes de su madre que ya era mayor pero
aun asi llamaba la atención por sus encantos.
Es en este entorno que una de las versiones de esta historia
ubica a Hipólito Yrigoyen un político muy influyente de la época, quien por
aquel entonces ya tenía 45 años pero aun así después de conocer a la joder
Rufina comienza a frecuentarla a pesar que esta solo tenía 15 años, para la época
era común que señores de esa edad se casaran con adolescentes sin importar la
diferencia de edad.
Yrigoyen en el futuro iba a ser presidente de Argentina,
pero por esas fechas frecuentaba a la joven Rufina, al parecer Rufina si estaba
enamorada de este gran señor sin embargo por lo bajo Yrigoyen mantenía una relación
con Luisa la madre de Rufina, incluso de sus encuentros nació el pequeño Luis
Herman Irigoyen el cual no fue reconocido al comienzo e incluso su apellido fue
cambiado de Y a I para despistar.
La joven Rufina seguía en su sueño idílico compartiendo con
sus amigas e incluso con su madre sus sentimientos que iban en aumento por
Yrigoyen, sin notar nada extraño por lo que respectaba a él y su madre, los
chismes mencionan que incluso Luisa o “Bachicha” como la apodaban los chismosos
(un juego de palabras por su apellido) hacia dormir a la pobre Rufina con somníferos
para que sus encuentros no fueran estropeados en la casa de Montes de Oca, esta
versión se acomoda a las versiones que vienen a continuación por lo que sucedió
a Rufina.
En el cumpleaños número 19 de Rufina, 31 de mayo de 1902,
las historias nos dicen que en esa noche, ella estaba lista para darle rienda
suelta a todo el amor que por años había crecido y que incluso el propio
Yrigoyen se encargaba de cultivar, ahora ya era considerada una mujer mayor planeaba
que luego de festejar en su casa y después del teatro Colon ella estaba
dispuesta a ir mas allá con su pretendiente.
Es cuando una amiga de Rufina en una conversación que tenían
mientras la cambiaban le quita el velo de la ignorancia y le cuenta todo lo que
el mundo en definitiva sabia. Le habló de la relación de su madre con su
pretendiente y que en realidad su medio hermano era hijo de Yrigoyen.
Literalmente a Rufina Cambaceres se le detiene el corazón y
se desploma. Los sirvientes que estaban encargados de vestir a Rufina gritan y
alertan a todos, al llegar a la habitación ven el espectáculo y comprueban que
en verdad Rufina no tenía signos vitales, un médico que se encontraba en la
casa intento reanimarla sin éxito, seguía pasando el tiempo y más médicos que
acudieron solo confirmaron la muerte, registrándolo.
Con prontitud Rufina fue alojada en la bóveda de su tío
Antonio Cambaceres donde también estaban los restos de su padre. Sin embargo
los hechos no acaban ahí pues fue bien conocido que un cuidador del cementerio
en su ronda escucho golpes y sonidos que provenían de la cripta al día
siguiente donde había sido puesta “los restos” de Rufina.
El cuidador sin mucho interés se acercó a pegar un ojo para
ver a través del vidrio de la gran puerta de hierro de la bóveda, su
pensamiento era para los gatos del lugar que siempre se colaban en todos lados,
no diviso nada fuera de lo normal a excepción de percatarse que el cajón de
Rufina estaba un poco corrido del estante donde había sido depositado. Llamo a
la familia para avisar este hecho los cuales acudieron y acomodaron el féretro en
su lugar sin darle mucha importancia a este hecho.
Sin embargo la leyenda continua y nos dice que la abuela en Italia
al enterarse de lo sucedido e incluso del curioso hecho un día después, viajo
con urgencia a Buenos Aires, pero por la época solo habían barcos que navegaban
de un continente a otro. Al llegar fue directamente al cementerio y ordeno que abrieran
el ataúd, lo que vieron después fue un cuadro aterrador, el cuerpo de la joven
se encontraba de espaldas con la cara toda arañada tal vez por la desesperación
de su encierro.
Rufina no estaba muerta sino que había tenido un ataque de
Catalepsia y había despertado dentro del ataúd, se cansó de luchar gritar y
golpear con todas sus fuerzas pero no pudo, se aferró a la débil vida que le
quedaba en ese momento al menos por instinto, hasta que sucumbió.
El caso de Rufina fue el primer ataque de cataléptica que
registro el país y a partir de allí algunos se refieren a que se empezó a velar
a los muertos al menos 24 horas después de fallecidos.
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