sábado, 26 de marzo de 2016

El conejo de Pascua leyenda de semana santa

Cuenta esta leyenda que en el tiempo de Jesús cuando él fue crucificado, paso lo que tenía que pasar, al final sus apóstoles y seguidores fueron por su cuerpo sin vida y lo bajaron de la cruz llevándolo a un sepulcro que ciertamente era una cueva casi secreta.

Hace un tiempo un conejo vivía en esta cueva y ya la había tomado como su hogar conociendo cada recodo de esta, al ver que una multitud de gente se acercaba, el conejo se escondió dentro de su cueva.

Pudo ver que esta multitud estaba muy triste, llorando, en fin supuso que era obvio ya que con ellos llevaban el cuerpo de un difunto y lo más seguro es que se tratara de una procesión fúnebre e iban a usar su cueva como sepulcro.

Desde el interior pudo ver como muy cuidadosamente depositaron el cuerpo del difunto sobre una saliente de roca que estaba destinada para ese fin, lo cobijaron y se retiraron en silencio sellando la entrada de la tumba con una gran piedra.

Cuando llego de nuevo el silencio en el lugar, el conejo se acercó curioso al cuerpo sin vida preguntándose quien habrá sido, lo miraba una y otra vez, pasando un día y una noche de esta manera.

Cuando llego el anochecer desde las sombras donde normalmente se encontraba pudo observar como el cuerpo de este hombre se levantó tranquilamente, se sentó y fue doblando las sabanas con las que hace solo un momento lo cubrían por completo.

En ese momento vio algo más imposible aun, la gran piedra comenzó a moverse, una luz intensa y cálida proveniente del exterior inundo todo el lugar y la causa fue que un Ángel estaba moviendo la gran roca para liberar a este hombre. El conejo muy sorprendido no podía creer lo que sus ojos veían, comprendiendo al final que este hombre era el Hijo de Dios. Muy contento decidió avisar a todos cuanto pudiesen ser avisados sobre la resurrección de Jesús para volver a traer esperanza a sus corazones pero… ¿Cómo hacerlo? Porque la verdad era… que los conejos no hablan…

Paso un buen rato en que el conejo pensó y pensó, hasta que al final se le ocurrió la mejor de las ideas, pintar un huevo de colores para asi transmitir un mensaje de vida y alegría. Hizo tantos como pudo y desde ese entonces cada domingo de pascua el conejo sale con sus huevos de colores y los deja en lugares donde sabe los van a encontrar para recordar a las personas sobre la buena nueva de la resurrección de Jesús y la alegría de ser felices.


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