
Pigmalión era escultor y su historia comienza cuando empezó
a modelar una estatua con forma de mujer. Pero, he aquí el caso que, cuanto más
modelaba aquella divina estatua, a medida que iba surgiendo de sus dedos y se
iba impregnando de voluptuosidad la ondulación del mármol, Pigmalión sentía que
en su fuero interno algo se encendía. No podía ser, ¿cómo poder enamorarse de
una estatua, de una creación propia?
Pero así fue y al término de su obra, Pigmalión estalló de
amor por aquella estatua. Sin ningún rubor, comenzó a cubrirla de besos y
abrazos. La miraba y remiraba, la acosaba entre sus dedos, fijando su pudor en
algún punto lejano de la estancia. La vestía y la desvestía, la imaginaba
tierna, delicada, suave... Pero el mármol frío sólo le hacía aumentar más y más
el deseo, junto a la desesperación. Se había enamorado perdidamente de aquella
estatua. Pero su amor jamás podría traspasar aquel cuerpo inerte y frío.
Quiso la suerte que la diosa Afrodita llegara hasta la
ciudad de Amatonte, allí donde vivía Pigmalión en una celebración en su nombre.
Llegó justo en el momento en el que éste rogaba encarecidamente a los dioses:
"Si es verdad que tenéis tanto poder, os ruego que deis vida a esta
estatua para poder casarme con ella".
Pigmalión suplicó a la diosa que le concediera vida a su
amada de marfil, pero ésta le respondió con una señal que el rey no compendió regresando
a su casa muy decepcionado. Después de contemplar a su creación durante largas
horas, se acercó a ella y la besó.
En un sencillo beso descubrió que la piedra parecía irradiar
algo de calor, Pigmalión se dio cuenta de que ya no eran fríos sus labios de
marfil. La abrazó y comenzó a sentir que el frío del mármol desaparecía poco a
poco. Se apartó para mirarla a los ojos, no fuera que aquella sensación sólo
fuera producto de su propio calor. Comprendió entonces que la dureza de piedra
comenzó a volverse suave. Tras dar las gracias encarecidamente a los dioses, volvió
a besarla y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador.
Pigmalión se dejó llevar por el deseo y poseyó a la estatua, convertida ahora
en una delicada mujer con la que el rey finalmente se desposó, Afrodita quiso
complacer así al apenado rey.
De aquella unión entre el artista y su creación, de nombre
Galatea, nació, al noveno mes, Pafos, la delicada criatura que daría nombre a
una de las islas griegas más hermosas.
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propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía del
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