miércoles, 12 de octubre de 2016

La leyenda de la flor de Amancay

En américa del sur, entre la frontera de Argentina y Chile, existe un volcán que ciertamente está activo llamado el cerro tronador, anteriormente este lugar recibía el nombre de Ten-Ten Mahuida por los Vuriloche, la tribu que ocupaba esta zona y que después la región entera tomaría este nombre ligeramente deformado quedando así Bariloche, pero veamos de que trata esta leyenda.


El hijo de la tribu del cacique se llamaba Quintral, este era admirado por casi todas las jóvenes de la tribu ya que era el más fuerte y valiente de los jóvenes. De todas las jovencitas había una que no solo destilaba admiración por el joven sino sentía amor puro, pero su condición humilde de no estar a la altura ni ella ni su familia en la comunidad le permitía siquiera mantener alguna posibilidad de que el joven Quintral se fijara en ella.

La hermosa joven se llamaba Amancay, pero ella no sabía que el joven Quintral también se había fijado en ella, pues su corazón se inflamaba cada vez que la morena se encontraba cerca de él, pero Quintral también sabía que su padre jamás le permitiría desposarla, por su bajo nivel en la comunidad.

Ocurrió que un día una extraña enfermedad comenzó a matar a varios integrantes de la tribu, la epidemia se extendió y también afecto al joven Quintral quien cayo gravemente enfermo. Las personas que aún no se habían enfermado para prevenir contraer el mal se reunieron en grupos para alejarse lo más rápido posible de los malos espíritus que diezmaba a la tribu.

Quintral cada día se ponía peor, con fiebres altas y en medio de delirios comenzó sin saberlo a mencionar el nombre de Amancay en sus sueños, el padre del joven extrañado consulto con su consejero de confianza y este le conto sobre el silencioso amor que existía entre ellos, sin que cada uno avanzara un paso en ello. El padre viendo el lamentable estado en el que estaba su hijo, mando a sus guerreros a buscar a Amancay para que le acompañe tal vez en sus últimos momentos.

Por su parte Amancay había consultado con una Machi, para saber cómo podría curar al joven dueño de su corazón, después de que la Machi entrara en su meditación le dijo que la única forma de salvarlo es con una infusión de una flor amarilla que crecía en la cumbre del Ten-Ten Mahuida; Amancay no dudo y partió casi inmediatamente.

Ascender no era fácil, pero ella no se rindió, después de mucho esfuerzo ella llego a la cima de la montaña y encontró la bella flor, sin embargo se descuidó por un momento ya que desde las alturas un cóndor la observaba.

Ella arranco la flor y desde los cielos el cóndor cayó en picada y descendió a su lado recriminándole por haberse adueñado de una flor que solo pertenece a los dioses. La vos del cóndor comenzó a cambiar hasta parecer un trueno, mientras le decía que los dioses lo habían puesto a él de guardián de las cumbres y de todo lo que ahí había.

La joven rogo y explico la situación, le contó porque había ascendido y sobre su amado que estaba por morir, pero el cóndor no escuchaba razones, de pronto por la desesperación comenzó a llorar. Viendo esto el cóndor medito por un momento y luego accedió entregarle la flor a cambio de que Amancay le diera su propio corazón.

Amancay no dudo ni por un segundo en aceptar, ya tenía claro que de nada le serviría tener un corazón si este no tenía a quien amar, la muchacha se arrodillo frente al ave y sintió como el poderoso pico se abría paso en su pecho en busca del delicado corazón.

Mientras se le iba la vida, una última vez sus hermosos labios se abrieron para pronunciar con una débil voz el nombre de su amor…Quintral.

El cóndor cumplía su deber pero no podía dejar de conmoverse por el amor de esta chica que hasta el último momento se mantuvo firme en su empresa. Al terminar el cóndor tomo con una garra el corazón y con la otra la flor y se elevó majestuosamente a los cielos, hasta la morada de los dioses, sin percatarse que grandes gotas de sangre salpicaba por donde pasaba su vuelo al igual que a la flor misma.

Al llegar ante los dioses, imploro que le permitieran llevar la cura para el joven Quintral y que crearan un recordatorio de la joven Amancay para que su sacrificio no fuera olvidado.

Los dioses concedieron lo que se les pidió y de cada gota de sangre que fue regado en los valles y en las mismas montañas, una nueva flor amarilla creció pero esta tenía grandes gotas rojas las cuales fueron reconocida desde entonces como emblema y símbolo de un amor incondicional.

Este por eso que hasta nuestros días, quien regala una flor de Amancay significa que te entrega su corazón.

Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red, tienen sus propios autores y/o dueños solo se han colocado como información y guía del tema que estamos tratando.
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