
En un
pueblo vivía un minero llamado Wu quien tenía dos mujeres, algo normal en la
antigua China, también tenía una hija muy virtuosa llamada Yeh-Shen. Ocurrió que
en un tiempo la madre de Yeh-Shen murió y esta quedo bajo el cuidado de su otra
esposa quien también tenía una hija con Wu.
La
madrastra siempre tuvo celos de Yeh-Shen, pues desde siempre constato que era
muy habilidosa, mucho más que su propia hija, así la envidia primero por su
madre y después de la hija logro
corromper su corazón. Cuando se hizo cargo de la huérfana procuraba amargarle
la vida, tratándola mal, encargándole los peores quehaceres e insultándola de inútil
y de poseer pocas virtudes.
Yeh-Shen sufrió
por mucho tiempo el maltrato de la madrastra, sin embargo tenía un amigo, el único
que la acompañaba en la tristeza de sus días, un precioso pez de grandes ojos
dorados. Vivía en un río cercano y cada vez que la joven se acercaba a sacar
agua el pez sacaba la cabeza para saludarla.
Algunas veces hasta saltaba a la
orilla para acercarse más a ella, sin embargo ocurrió una tragedia, pues la
madrastra se enteró de esta relación y ella misma capturo al pez en el río, lo
preparo y fue lo que sirvió esa noche para la cena. Yeh-Shen estaba
desconsolada, con gran disgusto salió y se fue llorando a las orillas del río y
ahí se quedó acurrucada, triste con el dolor de la perdida en el corazón.
Cuando en
eso, escucho una voz a su espalda, al girarse en medio del llanto vio un
extraño anciano, como si fuera un pordiosero, con una larga melena que caia en
sus hombros. Este se acercó a Yeh-Shen y le dijo: “Preciosa niña, las espinas
de tu amado amigo el pez poseen una poderosa magia. Cada vez que te veas en
apuros, solo tendrás que arrodillarte ante ellas y pedirle ayuda. Pero ten
cuidado: no debes malgastar tus deseos.”
La joven
fue corriendo a su casa y reviso la basura, ahí encontró las espinas y las guardo. Paso el tiempo como
el invierno y la primavera ya se sentía, es decir se acercaba el festival, una celebración
donde los jóvenes del lugar aprovechaban para encontrar a su pareja. Yeh-Shen
añoraba poder asistir.
Pero la madrastra no iba a dejar que su hija sea la
segunda en encontrar pareja así es que nunca permitiría que la huérfana llamara
la atención a posibles pretendientes así es que no le permitió ir.
Espero
hasta que madre e hija salieran rumbo al pueblo con sus mejores trapos, cuando
estuvo a sola Yeh-Shen busco las espinas mágicas y entonces…
Todo era emoción
y sonrisas, los asistentes a la Fiesta de primavera celebraban su encuentro
cuando de pronto en la entrada aparece una bellísima joven cubierta con lujosos
vestidos, en sus pequeños pies tenía unos zapatos de oro con diminutos peces tallados
en gemas preciosas. Yeh-Shen entre curiosa y asombrada miraba a los asistentes,
mientras la multitud poco a poco comenzó a rodearla para contemplarla mejor,
entre ellos también estaban sus crueles parientes, sin embargo Yeh-Shen nunca
las miro directamente y siempre se mantuvo a espaldas de ellas temerosa de ser
reconocida, ante la insistencia de las mismas no tuvo más remedio que huir de
la fiesta dejando tras de sí uno de sus zapatos de oro.
Ya en la casa,
sus ropas magnificas desaparecieron, ella intento pedir otro deseo a las
espinas pero nada ocurrió, así que sin saber que hacer solo guardo las espinas
de su amigo el pez, pero se percató que el zapato de oro no llego a esfumarse,
y así entre ensueños de la hermosa reunión y los asistentes fue a dormir.
Un mercader
que paso después por donde Yeh-Shen había logrado huir de la fiesta se percató
de que algo brillaba en el camino, al acercarse vio que era un hermoso zapato
de oro que a pesar de ser solo uno, el material del que estaba hecho más la
manufactura, seguro que valdría mucho dinero así es que se lo ofreció a un
colega, quien a su vez tenía una entrevista con el rey T´oHan, monarca de una
Isla vecina y como entre sus pertenencias no tenía un regalo mejor que ese decidió
obsequiárselo.
Al rey le gustó
mucho el regalo, la curiosidad por saber más sobre la historia de ese zapato y también
donde podría estar su otro par lo envolvió. Muchas veces se quedaba pensando
sobre como seria la propietaria de ese zapato, quien seguro era el vivo reflejo
en belleza de él. Cuando llego al límite de la ensoñación decidió que era el
momento de encontrar a su verdadera dueña, por ese motivo monto un pabellón en
el lugar donde le dijeron que había sido encontrado mostrándolo al público para
que quien lo viera lo reclamara como suyo.
Yeh-Shen se
enteró de lo que ocurría y decidida a recuperar lo que le pertenecía, fue una
noche a escondidas y entro al pabellón, pero la guardia del rey la encontró fue
llevada por ese motivo ante el monarca. El rey escucho y cada palabra era un
momento más de desconfianza ante la joven que estaba frente a él, su aspecto
desaliñado, sucia por donde se le vea, su descuidado cabello, en fin todo le hacía
pensar que ese zapato no correspondía a alguien así.
Yeh-Shen insistió
en decir su verdad y al final le dijo que ella poseía el otro par, los soldados
fueron con ella a su casa para comprobar su versión y efectivamente ahí se
encontraba el otro par.
La joven al
tener los dos pares, se los coloco y definitivamente se comprobó que eran
suyos, su ropa sucia comenzó a caer en trozos y a desvanecerse mientras emergía
debajo de ellas un magnifico vestido, al verla así, el monarca ya no pudo
alejar su corazón de lo que sus ojos habían visto primero y la pidió como
esposa.
El rey se enteró
lo que Yeh-Shen había pasado, con la crueldad de su madrastra y su hermanastra así
que ordeno que ambas fueran enviadas a vivir en una cueva y que no salieran jamás,
un día la entrada de la cueva se derrumbó y ya no se supo de ninguna de ellas
para siempre.
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