
La tradición
nos dice que en los tiempos antiguos del conflicto de los musulmanes con los
cristianos en tierras españolas, en Carzola estaba el castillo del rey moro
quien supo que en cualquier momento los cristianos vendrían bajo el comando del
arzobispo de Toledo. Ellos no tendrían piedad y al llegar destruirían sus
dominios.
Sabiendo
que no tenía el potencial para detener tamaña invasión concluyo que la
resistencia violenta no era la solución, por ese motivo perdió la voluntad,
verlo lleno de tristeza apesadumbraba el alma y quien lo viera en ese estado también
se embargaba de tristeza.
Nada podía hacer
mientras del mirador del castillo de Cazorla observaba como sus siervos huían
de la ciudad, cargados de sus pertenencias para no enfrentarse con el terror
que estaba a puertas. Bastante ya habían escuchado de lo que había ocurrido en
Quesada, cuando los cristianos entraron violentamente a la ciudad destruyendo
las cosechas y cuanta edificación encontrase terminando así con ese reino. Por este
motivo el rey moro de Cazorla preocupado por lo que le pudiese pasar a su
pueblo, permitió que sus vasallos escapen del lugar por el camino de Baza,
esperando que en el futuro puedan volver cuando las cosas mejoren.
Mientras
esto ocurría, el rey moro solo paseaba por los pasillos y corredores del
castillo como un alma en pena, mientras sus guardias y servidores reales se
impacientaban ante la pasividad del rey. No entendían el porqué de su retraso,
pero había una razón, que estaba escondida entre los muros del castillo.
La hija del
rey residía en una sala secreta solo conocida por el rey moro, él no quería exponerla
a los peligros del camino y por eso mando a edificar esa sala especial, dentro había
provisiones para sobrevivir por largo tiempo hasta que el pudiese volver a
conquistar sus tierras nuevamente, aun así la preocupación de padre no le permitía
dejar a su hija.
Al final
llego el momento en que el rey decidió partir, pero los invasores ya estaban
cerca y para su desgracia en el momento en que este atravesaba el puente del
castillo, una flecha bien dirigida le impacto en el cuello derribándolo de su
montura y al final falleciendo al alba del dia de San Juan sin poder pronunciar
a nadie del secreto del castillo.
Posteriormente
la ciudad fue conquistada por las fuerzas cristianas, que contrario a lo que se
creía no destruyeron la ciudad sino que se instalaron en ella trayendo luego
colonos de otros lugares para poblarla. No paso mucho tiempo en que Cazorla volvió
a tener el aspecto de antaño y la vida propia de una ciudad aunque con
ciudadanos de otras costumbres.
Mientras
todo esto ocurría, en el interior de las paredes del castillo una preocupada
princesa continuaba enclaustrada, siempre esperando en su refugio-prisión,
escuchando, esperando el momento en que su padre vendría a recuperar sus
tierras rescatándola en el proceso.
Los días se
convirtieron en semanas y luego en meses y poco a poco su preocupación se convirtió
en angustia, luego en desesperanza y poco a poco esta se tornó en demencia
mientras se daba cuenta que las provisiones se terminaron.
Finalmente
se resignó al cruel destino que le aguardaba y con tristeza se arrojó a las
mantas de su cama dispuesta a quedarse ahí hasta que la muerte vaya por ella,
pero según la leyenda sucedió lo impensable.
No supo
cuando fue, ni que tiempo había pasado pero entre oscuros sueños y pesadillas,
mientras su sentido de razón la ubicaba en un estado mitad dormida mitad despierta,
la princesa se dio cuenta que ya no sentía las piernas, al menos ya no como
antes, con mucho esfuerzo movió sus manos para saber que pasaba y al tocarse sintió
una sensación fría, viscosa y extraña. El miedo se apodero por completo de
ella, seguido de un sentimiento asqueroso y repulsivo, pero sin embargo la sensación
del hambre había desaparecido, en la oscuridad comprobó por el tacto lo que había
pasado y el horror la envolvió cuando supo que su mitad inferior se había
convertido en una cola de serpiente.
El tiempo
poco a poco se encargó de transformarla en un horror indescriptible, reptando
primero por toda la habitación y después aprendiendo a usar los recovecos del
castillo, arrastrándose por los pasillos del castillo de Cazorla, como todo empezó
en el día de san Juan se cuenta que en esa noche se escucha una voz extraña y
femenina detrás de los muros que canta:
Yo soy la
Tragantía
Hija del
rey moro,
El que me
oiga cantar
No verá la
luz del día
Ni la noche
de San Juan.
En la
actualidad aún existe el castillo de Cazorla y en una losa de piedra hay una
argolla de hierro que nadie ha osado levantar pues el rumor es que esa, es la
entrada a la cámara donde aún está la Tragantía… aunque bien solo podría ser
una leyenda antigua, juzgue usted.
Las imágenes
que se muestran fueron encontradas en la red, tienen sus propios autores y/o
dueños solo se han colocado como información y guía del tema que estamos
tratando.
Si te agrado este articulo, no olvides suscribirte a la página Aquí
0 comentarios:
Publicar un comentario