viernes, 7 de octubre de 2016

Leyenda antigua de la Tragantía

Esta leyenda data desde la ocupación musulmana en Cazorla, Andalucía-España y su posterior desalojo por parte de los cristianos que recuperaron territorios con el avance de las cruzadas, sin embargo, como nos cuenta la leyenda no todos se retiraron y la maldición que quedo aun vaga por los rincones de su antiguo hogar, veamos más.


La tradición nos dice que en los tiempos antiguos del conflicto de los musulmanes con los cristianos en tierras españolas, en Carzola estaba el castillo del rey moro quien supo que en cualquier momento los cristianos vendrían bajo el comando del arzobispo de Toledo. Ellos no tendrían piedad y al llegar destruirían sus dominios.

Sabiendo que no tenía el potencial para detener tamaña invasión concluyo que la resistencia violenta no era la solución, por ese motivo perdió la voluntad, verlo lleno de tristeza apesadumbraba el alma y quien lo viera en ese estado también se embargaba de tristeza.

Nada podía hacer mientras del mirador del castillo de Cazorla observaba como sus siervos huían de la ciudad, cargados de sus pertenencias para no enfrentarse con el terror que estaba a puertas. Bastante ya habían escuchado de lo que había ocurrido en Quesada, cuando los cristianos entraron violentamente a la ciudad destruyendo las cosechas y cuanta edificación encontrase terminando así con ese reino. Por este motivo el rey moro de Cazorla preocupado por lo que le pudiese pasar a su pueblo, permitió que sus vasallos escapen del lugar por el camino de Baza, esperando que en el futuro puedan volver cuando las cosas mejoren.

Mientras esto ocurría, el rey moro solo paseaba por los pasillos y corredores del castillo como un alma en pena, mientras sus guardias y servidores reales se impacientaban ante la pasividad del rey. No entendían el porqué de su retraso, pero había una razón, que estaba escondida entre los muros del castillo.

La hija del rey residía en una sala secreta solo conocida por el rey moro, él no quería exponerla a los peligros del camino y por eso mando a edificar esa sala especial, dentro había provisiones para sobrevivir por largo tiempo hasta que el pudiese volver a conquistar sus tierras nuevamente, aun así la preocupación de padre no le permitía dejar a su hija.

Al final llego el momento en que el rey decidió partir, pero los invasores ya estaban cerca y para su desgracia en el momento en que este atravesaba el puente del castillo, una flecha bien dirigida le impacto en el cuello derribándolo de su montura y al final falleciendo al alba del dia de San Juan sin poder pronunciar a nadie del secreto del castillo.

Posteriormente la ciudad fue conquistada por las fuerzas cristianas, que contrario a lo que se creía no destruyeron la ciudad sino que se instalaron en ella trayendo luego colonos de otros lugares para poblarla. No paso mucho tiempo en que Cazorla volvió a tener el aspecto de antaño y la vida propia de una ciudad aunque con ciudadanos de otras costumbres.

Mientras todo esto ocurría, en el interior de las paredes del castillo una preocupada princesa continuaba enclaustrada, siempre esperando en su refugio-prisión, escuchando, esperando el momento en que su padre vendría a recuperar sus tierras rescatándola en el proceso.

Los días se convirtieron en semanas y luego en meses y poco a poco su preocupación se convirtió en angustia, luego en desesperanza y poco a poco esta se tornó en demencia mientras se daba cuenta que las provisiones se terminaron.

Finalmente se resignó al cruel destino que le aguardaba y con tristeza se arrojó a las mantas de su cama dispuesta a quedarse ahí hasta que la muerte vaya por ella, pero según la leyenda sucedió lo impensable.

No supo cuando fue, ni que tiempo había pasado pero entre oscuros sueños y pesadillas, mientras su sentido de razón la ubicaba en un estado mitad dormida mitad despierta, la princesa se dio cuenta que ya no sentía las piernas, al menos ya no como antes, con mucho esfuerzo movió sus manos para saber que pasaba y al tocarse sintió una sensación fría, viscosa y extraña. El miedo se apodero por completo de ella, seguido de un sentimiento asqueroso y repulsivo, pero sin embargo la sensación del hambre había desaparecido, en la oscuridad comprobó por el tacto lo que había pasado y el horror la envolvió cuando supo que su mitad inferior se había convertido en una cola de serpiente.

El tiempo poco a poco se encargó de transformarla en un horror indescriptible, reptando primero por toda la habitación y después aprendiendo a usar los recovecos del castillo, arrastrándose por los pasillos del castillo de Cazorla, como todo empezó en el día de san Juan se cuenta que en esa noche se escucha una voz extraña y femenina detrás de los muros que canta:

Yo soy la Tragantía
Hija del rey moro,
El que me oiga cantar
No verá la luz del día
Ni la noche de San Juan.

En la actualidad aún existe el castillo de Cazorla y en una losa de piedra hay una argolla de hierro que nadie ha osado levantar pues el rumor es que esa, es la entrada a la cámara donde aún está la Tragantía… aunque bien solo podría ser una leyenda antigua, juzgue usted.


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