
Entre los mayas vivía un hombre que era muy pobre, esto lo
afectaba de tal manera que siempre estaba de mal humor y tomaba esto como
motivo para maltratar a un perro que vivía con el haciendo su vida también miserable.
Kakasbal que es el espíritu del mal maya, se regocijo al
enterarse de esto, pues de seguro el perro después de todo este tiempo debía guardar
un gran rencor dentro de él y quiso sacar partido a varias posibles situaciones
que esto encerraba, así es que se le apareció al perro:
—Ven acá y dime qué te pasa, pues te veo triste.
—Cómo no he de estarlo si mi amo me pega cada vez que
quiere— respondió el perro.
—Yo sé que es de malos sentimientos. ¿Por qué no lo
abandonas?
—Es mi amo y debo serle fiel.
—Yo podría ayudarte a escapar.
—Por nada le dejaré.
—Nunca agradecerá tu fidelidad.
—No importa, le seré fiel.
Sin embargo Kaskabal insistió tanto y el perro solo por quitárselo
de encima le dijo:
—Creo que me has convencido; dime, ¿qué debo hacer?
—Entrégame tu alma.
— ¿Y qué me darás a cambio?
—Lo que quieras.
—Dame un hueso por cada pelo de mi cuerpo.
—Acepto.
—Cuenta, entonces...
Así Kaskabal comenzó a contar una por una los pelos del perro,
pero cuando sus dedos que mantenían la cuenta llegaron a la cola, esta se acordó
de la fidelidad que le tenía a su amo así que se movió de un lado al otro, de
esta forma la cuenta se perdió.
—¿Por qué te mueves?— le preguntó Kakasbal.
—No puedo con las pulgas que me comen día y noche. Vuelve a
empezar.
Cien veces Kakasbal empezó a contar y cien veces se interrumpió
por que la cola del perro saltaba de un lado al otro. Kakasbal entendió toda la
treta y dijo:
—No cuento más. Me has engañado; pero me has dado una
lección. Ahora sé que es más fácil comprar el alma de un hombre que el alma de
un perro.
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del tema que estamos tratando.
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