
Se cuenta
que en un pequeño pueblo casi en los límites de Europa y Asia, vivía en una
pequeña casa un matrimonio de lo más común, quienes tenían un hijo el cual se
llamaba Grischa. Lo interesante del muchacho era que aseguraba, que ningún
lugar era más maravilloso a su pueblo y sus alrededores.
Podía decirse que tenía
bases para mantener esa idea ya que el había acompañado a sus padres a
diferentes lugares en sus viajes y nada le hizo cambiar de opinión, ni el
hermoso rio Moskva que pasa por Moscú, ni sus grandes construcciones, ni
siquiera el mismo palacio del Zar con sus suntuosos ambientes, nada ensombrecía
la idea de que su pueblo era lo más maravilloso que había… hasta que conoció a
Natalyja y se prendo de ella.
Fue un amor
de juventud, donde los muchachos pasaban hermosos momentos que usualmente
duraban toda la tarde. Por supuesto que Grischa era correspondido y juntos hasta
pensaron en un futuro donde decían si frente al altar e incluso pensaron en
como serían sus hijos si es que los tenían.
Sus
momentos eran de ensueño, mientras probaban los Michkas acompañados de Kumi que
bebían mientras conversaban, y cuando no lo hacían pasaban gran parte del
tiempo disfrutando del silencio agarrados de la mano durante horas. No había equivocación
en el corazón de Grischa esto era amor verdadero y sentía que mientras
estuviese al lado de Natalyja nada importaba, aunque en un momento un mal
presentimiento nublo su mente por un segundo, pero pasó y no le dio
importancia.
Unos días después,
Grischa llevaba un regalo a Natalyja, una caja de Michkas para degustarlo
juntos, mientras jugaba y acomodaba en su mente las palabras más hermosas que él
conocía y las cuales quería dedicarla a su amada. Vio a la hermosa Natalyja y
se acercó a saludarla, sus labios se juntaron sin embargo Grischa no sintió el
torrente de sensaciones que normalmente lo embargaba cada vez que lo hacía. El beso
que acaba de recibir era el más frio e indiferente que alguna vez sintió, como
si ella no fuera la persona que él amaba sino cualquier desconocida.
Natalyja al
principio no quiso cruzar miradas con el mientras Grischa intentaba descifrar
que pasaba, en un momento la chica lo miro y le dijo que su relación había
acabado, pues ella iba a marcharse lejos y ese era el último momento que se volverían
a ver. El corazón de Grischa se detuvo, una sensación desoladora lo invadió y así
poco a poco comenzó a entender lo que estaba pasando.
Pasaron los
días y Grischa comenzó a reaccionar ante lo que había sucedido, sin embargo el reconocía
que ella era su amor verdadero y por este motivo no pudo dejar de pensar en
ella. Fue en su búsqueda por los pueblos, por los campos vecinos, en ciudades
caminando por sus calles, paso un tiempo así hasta que un día en un golpe de
suerte la vio cruzando, este se emocionó por el encuentro, no esperaba verla en
ese momento y desesperado se acercó a ella. Al no tener nada preparado o es mejor
decir que le tomó por sorpresa ese encuentro fugaz de sus labios solo salieron
torpes palabras e impertinentes, reprochándola por la actitud que ella había
tomado al desconocer el amor que se tenían entre otras cosas, Natalyja lo
escucho, pero sin mucho interés ya que sus palabras no iban dirigidas a su corazón
sino solo puro reproche.
Grischa se
dio cuenta del error que había cometido por no pensar bien en lo que iba a
decir cuando se vieran y se entristeció más por la actitud de ella hacia él,
llegando a la conclusión que la había perdido para siempre y decidió que ya no
la buscaría más. Así mientras el sentimiento se mantenía y lo acompañaba a
pesar que el tiempo no se detiene, paso malos momentos donde el malestar muchas
veces lo envolvió.
Pero una
tarde, mientras Grischa regresaba vio a Natalyja a lo lejos, pero este ya no
fue tras ella, solo se quedó observándola maravillándose de cómo los años la habían
vuelto aún más hermosa que como la conoció. Su corazón se incendió de pasión y
era puro fuego lo que allí ardía, con la intensidad como los corazones
enamorados son capaces de arder, sin embargo el ya había tomado la decisión de
que si Natalyja ya no quería que el fuese su compañero, tenía que respetar su decisión
así que se marchó por otro camino.
Un tiempo después,
el sentimiento que ardía en él era demasiado para que un cuerpo lo soportase,
de pronto se encontró a orillas del Mar Negro y después de observar sus agua
por un breve momento, fue caminando hacia las aguas mientras el sol se
ocultaba, hasta que poco a poco desapareció en ellas.
Quienes
supieron el dilema que Grischa enfrentaba, se dieron cuenta que desde ese
triste momento los atardeceres se tornaron mucho más rojos comparándose al
color del fuego, un ardor que ni las aguas frías del Mar Negro pudo apagar u
que ahora se refleja en esos melancólicos atardeceres. Natalyja disfrutaba
observar ese cielo pero nunca supo que el color carmesí se tornó así como
memoria de su amor de juventud.
Las imágenes
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tratando.
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