
Sea Lobizón o Lobisón, la leyenda dice que el séptimo hijo varón de una pareja,
carga con esta maldición, por este motivo fue común que en siglos anteriores en
estos países los presidentes elegidos apadrinaban al séptimo hijo de una
familia en el bautizo para romper la maldición y el vínculo de la bestia.
Sin embargo, no es la luna llena quien hace que el lobizón
emerja del cuerpo humano de alguna pobre alma como ocurre con el hombre lobo europeo,
sino que en la noche del viernes, cuando el reloj marca las doce es cuando
ocurre la transformación, este detalle fue tardío con la llegada de los
conocimientos de la semana y las horas, pues según dicen este día y la hora es
la más preciada de las brujas y chamanes malignos, aunque algunos también mencionan
el martes. En esa noche la persona con la maldición siente el llamado, e
instintivamente se aleja a los montes, lejos de los poblados y la compañía de
otras personas. Cuando el momento llega su instinto le dice que debe quitarse
toda la ropa y mientras da tres vuelta sobre sí mismo de derecha a izquierda
ocurre la metamorfosis, con la llegada de las nuevas religiones han aumentado más
cosas a la antigua creencia, como que reza el credo al revés entre otras.
De pronto de la oscuridad emerge el individuo completamente transformado,
se le describe como si fuera un perro o lobo negro grande con orejas
desproporcionadas que le pueden caer sobre el rostro y con las que emite un
fuerte ruido, sus patas terminan en pezuñas parecidas a las de las cabras, de
cerdo o incluso de burro. En esta forma sale por los campos a hacer sus
maldades por todo lo que dure la noche hasta el amanecer o al primer canto del
gallo.
Va por los graneros, los gallineros y cobertizos en busca
del excremento de los animales que según dicen es su alimento más preciado, también
gusta de escarbar en los cementerios en busca de carroña, cuando los perros
sienten en la noche la presencia del Lobizón, aúllan descontroladamente.
Hay de aquella familia que descuide a un niño y más si este
no está bautizado, el lobizón no dudara en destrozarlo y alimentarse de el para
equilibrar su dieta de porquerías que el instinto le hace comer, pero esto último
tiene influencia de los grupos religiosos llegados posteriormente. Según la
leyenda, al lobizón se le puede matar si es que se le dispara con una bala
bendecida, cuando a ocurrido, el tirador al llegar a ver el cuerpo del lobizón encontraría
solo el cuerpo desnudo sin vida del hombre que sufría la maldición nunca el del
animal.
Antiguamente se reconocía a alguien que tenía la maldición cuando
en su comportamiento este reflejaba que
era huraño, antipático, desgarbado, extremadamente delgado, con la piel
amarillenta como si sufriera anemia, con un olor rancio y desagradable,
descuidado en el vestir y en forma general casi intratable.
Un dato adicional del lobizón es que se decía que los sábados
solía caer enfermo en forma humana, con fuertes dolores abdominales por todas
las porquerías que había comido el viernes por la noche, en la actualidad ha
disminuido hasta casi desaparecer el lobo de crin argentino, por el miedo que
el lobizón hacía en el corazón de los pueblos desde tiempos antiguos.
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del tema que estamos tratando.
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