
Dice la leyenda que hace unos 5000 años en China, vivía el
emperador Yandi, también conocido como Shen Nong, su nombre se traduce como
Granjero Divino o Señor de la tierra el cual tenía una hija de nombre Nü Wa, la cual era la favorita del emperador y
por eso tenía el nombre de la diosa creadora del mundo de los hombres, Nü Wa la
madre del mundo.
Ocurre que esta princesa tenía una actividad que era su pasión,
pues adoraba navegar entre las olas del mar, sintiendo el constante balanceo de
la barca en sus pies mientras las aves pasaban sobre ella muy cerca de la
barca, esta actividad la disfrutaba de tal modo que en un trágico día se dejó arrastrar
por la corriente hasta alta mar, pero ella no se preocupó pues amaba el mar y creyó
que nada malo le pudiese pasar.
Entonces mientras estaba ya mar adentro estallo una terrible
tormenta que hizo que la embarcación en la que estaba naufragara arrojándola al
fondo del océano que tanto amaba y fue por su osadía que encontró la muerte en
este trágico día. Su padre el emperador Shen Nong nada pudo hacer, y a pesar
que la busco y la llamo en toda la costa nunca obtuvo respuesta alguna.
Se dice que el emperador le pidió al sol del horizonte para
que le de indicios para poder recuperar a su hija, pero este solo lo condijo a
los restos destrozados de la embarcación en la orilla.
Pero la leyenda es aquí prácticamente donde comienza, pues
al parecer el alma apasionada de Nü Wa encontró el camino para volver pero el
profundo amor que sentía por el mar se tornó en un odio abrasador por él y del
mar salió un ser que algunos consideran una diosa o un ser extraordinario dentro
del cuerpo de un ave, con la cabeza de muchos colores, el pico blanco y las
patas rojas, llamada Jing Wei quien al observar la vastedad del mar busco vengarse
de él pues sabía que este le había arrebatado su antigua vida a tan corta edad.
Sobrevoló el océano hasta llegar a las olas con su rumor
fuerte y Jing Wei les dijo que ella acabaría con él, el mar la escucho, pero consiente
de su inmensidad y soberbio poder, comenzó a reírse diciéndole que eso era
imposible y que ni en un millón de años pasaría tal cosa.
Jing Wei con el espíritu de Nü Wa se dirigió a tierra firme decidida a
cumplir su propósito para que nunca más existiera la posibilidad de que alguien
más se ahogara en esas aguas indomables, allí el ave recogió ramitas, piedritas
y todo lo que podía cargar con su pico y poco a poco fue arrojándolo al mar
para llenarlo así sea en diez millones o incluso en cien millones de años, no
importaba el tiempo que le tomara, ella estaba decidida a que nadie más
muriera.
La leyenda dice que en alguna costa, el espíritu de Nü Wa en el cuerpo de Jing Wei sigue tirando
todo lo que puede cargar en su empeño por secar el océano.
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