
En esa cuadra se encontraba la antigua Escuela de la Patria,
dirigida por el maestro Chanamé el cual siempre recorría esa cuadra en actitud
de búsqueda y ademan desafiante. Pero en las noches esa cuadra era temida ya
que se cuenta que una mano velluda y grasosa llamaba insistentemente a todo
aquel que transitara y no se podía ver de quien era ya que la oscuridad envolvía
el interior, un llamado que se volvía en amenaza cuando no se le hacía caso.
Aparecía primeramente por una de las dos ventanas de la
escuela que daba a esa parte de la calle, con el tiempo fueron muchas las
personas que dicen haberla visto, asustaba a los hombres, atemorizaba a las
mujeres y era muy terrorífica para los muchachos. Por este motivo se comenzó a
indagar por qué esta visión aparecía en esta zona y la tradición dice lo siguiente:
Fray Francisco Diaz de Cabrera fue el primer Obispo de
Trujillo, pero debido al terremoto que tuvo lugar en dicha ciudad el 14 de
febrero de 1619, llamado el terremoto de san Valentín, se trasladó a la ciudad
de Lambayeque y ahí estableció su sede. Con el tiempo el recibió la orden del
Virrey del Perú, Príncipe de Esquilache, el cual decía que se volviera a
Trujillo, el Obispo Cabrera desobedeció y se mantuvo en esa ciudad. Fue una época
en que la ciudad de Trujillo atravesaba por varios movimientos telúricos y fuertes
replicas, sin embargo esto no impidió que la muerte llegara, pues el obispo falleció
el 25 de abril de ese mismo año, solo habían pasado 2 meses de su traslado.
Al parecer, el Obispo Cabrera ya tenía su oficina instalada
en la ciudad de Lambayeque en la escuela de la Patria, seguramente para estar más
cerca de la iglesia y de la casa parroquial, pero a este le había mortificado
profundamente la orden y no solo había desobedecido, sino que entre él y el
Virrey se mandaban recados poco afectuosos. El Virrey mandaba recados como ya tendré
“oportunidad de agarrarlo”, a su vez el obispo que contaba solo con sus
prerrogativas canónicas respondía “Primero lo agarrare yo” pretendiendo
formular un remedo de excomunión haciendo el signo condenatorio, pero la muerte
llego a tocar su puerta y se lo llevo a la tumba envuelto en su cólera y sus
deseos.
Por este hecho se entiende que el Obispo al no poder “agarrar”
en vida al Virrey, pretendía hacerlo en la muerte y por este motivo, todas las
noches aparecía un nuevo caso de que alrededor de las diez la hora en que falleció
el Obispo, su mano peluda y gordinflona se muestra en la ventana intentando
buscar afanosamente al Príncipe de Esquilache, talvez para retorcerlo como se hacía
en ese tiempo para castigar a un mal católico o para hacerle el signo maléfico del
anatema.
El Obispo de Cabrera quiso contrariar al Virrey incluso más allá
de la muerte, pues no solo no quiso ir al llamado del Virrey a la ciudad de Trujillo,
sino que dispuso que sus restos fueran enterrados en la ciudad de Lambayeque
dando instrucciones precisas de cómo proceder.
Su tumba aún se puede ver en el altar del Rosario, entre la
pared maestra que sostiene el retablo y el camarín de la virgen, pero aun en
nuestros días los que residen en esa ciudad sienten cierto temor de que sea el día
en que el Obispo despertó para seguir buscando al que se ganó su desprecio, un
antiguo Virrey del Perú que esta ya muchos años muerto.
Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red,
tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía
del tema que estamos tratando.
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1 comentarios:
Gracias por su aporte, tenía mucha curiosidad respecto a esta tradición o leyenda lambayecana, puesto crecí oyendo estas historias y posteriormente la leí en la obra "El daño" de Carlos Camino Calderon. Gracias nuevamente.
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