
El principal entretenimiento de muchas gentes de Iquitos, consistía
en llegar hasta cerca del muelle, cuando arribaban vapores brasileños, para
verlos de cerca y contemplar de paso la “muyuna” (fuerte remolino en el rio)
embravecida debajo de la plataforma del muelle.
Un día dijeron que la
Yacumama estaba embravecida; ese fue el día que murió el Remigio…
Hacía apenas una semana que el Remigio se había casado con
la Donatilda, agregada a la joven y laboriosa pareja, doña Regina, la madre de
Donatilda, parecía querer reivindicar a la suegra de su tradicional perfidia
con el trato afectuoso y cordial que le brindaba a su yerno.
Hacía tiempo que el Remigio prestaba servicios en el muelle.
Como se ha dicho, ahí, bajo la plataforma flotante y los pilares de hierro,
guardado por la “muyuna”, en lo profundo del río habitaba la Yacumama, monstruo
acuático que se dice muchas cosas, incluso que está provisto de dos cabezas,
con cuerpo de boa centuplicado en el grosor, enteramente cilíndrico desde la
cabeza a la cola, largo de 25 a 30 metros.
La yacumama era la madre de los ríos. Lo era del propio Amazonas.
De ella aprendió al agua su constante deslizamiento, su serpenteo, sus
acechanzas; y si ocurrían naufragios, aún los nadadores más expertos perecían ahogados
al tomar un baño en la corriente, era porque el agua lo quería para proveer de
alimento el vientre insaciable de su madre.
Según decían algunos trabajadores del muelle, en ciertas
noches se podía escuchar el crujido de los anillos del monstruo cuando este se disponía
a cobrar una pieza nueva, una vez salido de sus largos reposos digestivos; y aún
era posible distinguir en el fondo del agua dos luces tan potentes como faros
provenientes de sus ojos.
Doña Regina sabía algo más sobre el reptil. Tanto había oído
hablar de él, en los largos años de su vida...
Aquel día, al oír decir a su yerno que la Yacumama estaba
embravecida, la buena mujer comento:
Seguro no encontrara comida. Porque ella come gente que
muere “augada” nomas… ¡Cuidado tú, que trabajas en el muelle hijo!
Esa tarde hubo mucha carga que desembarcar y esta labor debía
ser por eso rápidamente ejecutada.
¡Y quien había de pensarlo! Serían las cuatro de la tarde, más
o menos, cuando uno de los carros de carga que era bajado por el winche de la
plataforma superior a la flotante, golpeo fuertemente a Remigio, que se
encontraba cuidando de esta operación, arrojándolo al rio que se encontraba a
un metro, justamente al centro de la muyuna que lo engullo para entregarlo a
las fauces abiertas del monstruo, que al fin podía satisfacer su hambre, según las
gentes que presenciaron el accidente.
Rato después con los ojos abrazados por dos lagrimas que no habían
alcanzado surcar las enflaquecidas mejillas, más vieja al parecer, rodeada de
parientes y amigos, mientras Donatilda lloraba inconsolablemente, doña Regina
intercalaba entre frase y frase, una fatalista:
-¡Así tenía que ser! ¡Se lo había dicho yo!
Las imágenes que se muestran fueron encontradas en la red, tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía del tema que estamos tratando.
Si te agrado este articulo, no olvides suscribirte a la página Aquí
0 comentarios:
Publicar un comentario