
El general Hilario
fue llamado, para que sobre el descansara toda la responsabilidad del orden y
los problemas que estaba atravesando el país. Prometió como cualquier otro político
traer oportunidades, libertad, buena economía y justicia, pero él pensó que una
manera rápida de lograr el orden era por el uso del patíbulo.
El primer
ajusticiado así fue un tipo de apellido Russi, abogado de la Bogotá
republicana, que a menudo defendía a personas humildes y agentes populares de
la ciudad, en suma era un individuo pobre que vivía en una casa arrabalera de
un barrio, y que por ello se le sindico como “cabecilla” de los ladrones de la
ciudad, las autoridades comenzaron a llamar a los que atrapaban como “la banda
del Doctor Russi”.
Los hechos
fueron los siguientes, la ciudad entera era insegura, pedían disminuir los
asaltos, robos, homicidios, pero no fue hasta que ocultos asesinos mataron a un
señor llamado Manuel Ferro el 24 de abril de 1851, uno más en lo que iba del
mes, el pueblo asustado pidieron a sus autoridades justicia. Las autoridades
vieron que la víctima estaba implicada con una banda llamada “el molino del
cubo” y como estaba muerto frente a la casa de Russi en el barrio Egipto concluyeron
que el crimen de ferro fue realizado por Russi.
José
Raimundo Russi se defendió así mismo porque así lo quiso, la audiencia fue
publica y todos fueron testigos de su defensa, fuero semanas enteras e incluso
meses donde a Russi no se le vio desgaste alguno, los abogados más famosos de
la que entonces se llamaba Nueva Granada estuvieron presentes, sin embargo al
final se le declaró culpable de todos los cargos.
Durante la
noche anterior a su ejecución y aun cuando fue llevado a la picota en la plaza
central este seguía negando que él sea culpable del crimen, frente al pelotón de
fusilamiento y aun antes de que las balas destrozaran su columna vertebral este
decía “yo no soy culpable” después del grito de “¡fuego!” fueron calladas.
Demás está
decir que los crímenes y delitos no disminuyeron, los ciudadanos querían un
culpable por eso todo cayo en Russi, incluso se dice que disfrutaron la pena de
muerte y el espectáculo del juicio implícito.
Pero la
historia no acaba aquí, todo lo contrario, es aquí donde la historia comienza,
pues todas las noches en especial a la media noche la gente comenzó a ver a un
individuo en el barrio de “La Candelaria” en otro tiempo el barrio donde la
gente más rica y pudiente de la sociedad, vivía.
Este
individuo fue identificado como Jose Russi, por sus gestos, sus ademanes y sus
palabras que son escuchadas por la gente que pasa a su lado, un sujeto llamado
Andres Bastidas fue de los que estaban en contra de Russi talvez por su
constante preocupación por los que menos tenían, incluso proclamo en voz publica la necesidad de matar a Russi,
sin embargo en sus memorias él es uno de los que afirman haber visto a Russi en
las calles de la ciudad y ni siquiera su viaje a España lo hizo librarse de él
pues afirma haberlo visto en la Alhambra.
No es el único
pues Russi conocido ahora como El fantasma de La Candelaria, va por las calles
nocturnas, paseándose entre la gente, muchos otros en el paso del siglo lo han
visto describiéndolo en varias facetas, como una figura que respira
tranquilidad, que a veces está molesta llena de odio, que gritaba a viva voz
antes de desaparecer en las sombras o en el giro de una calle, pero a pesar de
todo ninguno lo describe como una entidad hostil, solo que carga sobre el la
desgracia de su tiempo en especial los días de Julio talvez por la cercanía de
las fechas que fue ajusticiado.
A veces está
sentado en alguna barandilla, en los andenes, en los cafés o recargado en algún
poste mientras lee algún cartel de algún nuevo evento, saltando en los charcos
de lluvia. Con el tiempo la ciudad quiso hacer las paces con el muerto y se
menciona que fue declarado un patrimonio de la ciudad llevando su cráneo perforado
por impacto de proyectil al Museo nacional de Bogotá, talvez el mayor indulto
tenido a un fantasma, pero aun así parece que él no descansa en paz y sigue
pidiendo justicia, no abandona sus apariciones, su presencia semitransparente,
triste repitiendo “no soy culpable” “no fui culpable”. Ya el tiempo nos dirá si
se abre un juicio para declararlo inocente, pero hasta el momento las noches de
la ciudad tendrán su toque de misterio fantasmal.
Las imágenes
que se muestran fueron encontradas en le red, tienen sus propios autores y/o
dueños, solo se han colocado como información y guía del tema que estamos
tratando.
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