sábado, 18 de febrero de 2017

El fantasma de La Candelaria

Esta es una leyenda urbana que para los habitantes de Colombia es un hecho actual tan real como yo que les escribo y ustedes que le están leyendo, apareció en una época difícil a mitad del siglo XIX, toda Colombia recién había salido de una intensa guerra civil y las nuevas leyes intentaban aplacar las rebeliones que aparecían en distintos lados, por ello la instalación de la pena de muerte se dio pero también inicio este nuevo rumor, veamos más.


El general Hilario fue llamado, para que sobre el descansara toda la responsabilidad del orden y los problemas que estaba atravesando el país. Prometió como cualquier otro político traer oportunidades, libertad, buena economía y justicia, pero él pensó que una manera rápida de lograr el orden era por el uso del patíbulo.

El primer ajusticiado así fue un tipo de apellido Russi, abogado de la Bogotá republicana, que a menudo defendía a personas humildes y agentes populares de la ciudad, en suma era un individuo pobre que vivía en una casa arrabalera de un barrio, y que por ello se le sindico como “cabecilla” de los ladrones de la ciudad, las autoridades comenzaron a llamar a los que atrapaban como “la banda del Doctor Russi”.

Los hechos fueron los siguientes, la ciudad entera era insegura, pedían disminuir los asaltos, robos, homicidios, pero no fue hasta que ocultos asesinos mataron a un señor llamado Manuel Ferro el 24 de abril de 1851, uno más en lo que iba del mes, el pueblo asustado pidieron a sus autoridades justicia. Las autoridades vieron que la víctima estaba implicada con una banda llamada “el molino del cubo” y como estaba muerto frente a la casa de Russi en el barrio Egipto concluyeron que el crimen de ferro fue realizado por Russi.

José Raimundo Russi se defendió así mismo porque así lo quiso, la audiencia fue publica y todos fueron testigos de su defensa, fuero semanas enteras e incluso meses donde a Russi no se le vio desgaste alguno, los abogados más famosos de la que entonces se llamaba Nueva Granada estuvieron presentes, sin embargo al final se le declaró culpable de todos los cargos.

Durante la noche anterior a su ejecución y aun cuando fue llevado a la picota en la plaza central este seguía negando que él sea culpable del crimen, frente al pelotón de fusilamiento y aun antes de que las balas destrozaran su columna vertebral este decía “yo no soy culpable” después del grito de “¡fuego!” fueron calladas.

Demás está decir que los crímenes y delitos no disminuyeron, los ciudadanos querían un culpable por eso todo cayo en Russi, incluso se dice que disfrutaron la pena de muerte y el espectáculo del juicio implícito.

Pero la historia no acaba aquí, todo lo contrario, es aquí donde la historia comienza, pues todas las noches en especial a la media noche la gente comenzó a ver a un individuo en el barrio de “La Candelaria” en otro tiempo el barrio donde la gente más rica y pudiente de la sociedad, vivía.

Este individuo fue identificado como Jose Russi, por sus gestos, sus ademanes y sus palabras que son escuchadas por la gente que pasa a su lado, un sujeto llamado Andres Bastidas fue de los que estaban en contra de Russi talvez por su constante preocupación por los que menos tenían, incluso proclamo  en voz publica la necesidad de matar a Russi, sin embargo en sus memorias él es uno de los que afirman haber visto a Russi en las calles de la ciudad y ni siquiera su viaje a España lo hizo librarse de él pues afirma haberlo visto en la Alhambra.

No es el único pues Russi conocido ahora como El fantasma de La Candelaria, va por las calles nocturnas, paseándose entre la gente, muchos otros en el paso del siglo lo han visto describiéndolo en varias facetas, como una figura que respira tranquilidad, que a veces está molesta llena de odio, que gritaba a viva voz antes de desaparecer en las sombras o en el giro de una calle, pero a pesar de todo ninguno lo describe como una entidad hostil, solo que carga sobre el la desgracia de su tiempo en especial los días de Julio talvez por la cercanía de las fechas que fue ajusticiado.

A veces está sentado en alguna barandilla, en los andenes, en los cafés o recargado en algún poste mientras lee algún cartel de algún nuevo evento, saltando en los charcos de lluvia. Con el tiempo la ciudad quiso hacer las paces con el muerto y se menciona que fue declarado un patrimonio de la ciudad llevando su cráneo perforado por impacto de proyectil al Museo nacional de Bogotá, talvez el mayor indulto tenido a un fantasma, pero aun así parece que él no descansa en paz y sigue pidiendo justicia, no abandona sus apariciones, su presencia semitransparente, triste repitiendo “no soy culpable” “no fui culpable”. Ya el tiempo nos dirá si se abre un juicio para declararlo inocente, pero hasta el momento las noches de la ciudad tendrán su toque de misterio fantasmal.


Las imágenes que se muestran fueron encontradas en le red, tienen sus propios autores y/o dueños, solo se han colocado como información y guía del tema que estamos tratando.
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